La legionelosis es una infección causada por la bacteria Legionella pneumophila, que se desarrolla en ambientes acuáticos y se transmite al inhalar aerosoles con agua contaminada. La infección no se transmite entre personas, sino a través de sistemas de agua como torres de refrigeración, aires acondicionados mal mantenidos, bañeras de hidromasaje o fuentes ornamentales.

Existen dos formas principales: la enfermedad del legionario, que es la forma más grave, con una neumonía con fiebre alta, tos seca, dificultad respiratoria, dolor torácico y, en ocasiones, diarrea. Y la fiebre de Pontiac, más leve y autolimitada, que se manifiesta como un cuadro parecido a la gripe sin afectación pulmonar.

La legionelosis afecta sobre todo a personas mayores, fumadores, pacientes con enfermedades crónicas o inmunodeprimidos, en quienes puede tener complicaciones serias.

En algunos casos se producen brotes, por lo que la identificación rápida del foco ambiental es crucial para frenar la transmisión.

La prevención pasa por un mantenimiento adecuado de las instalaciones de agua, especialmente en hospitales y otros edificios públicos o privados con sistemas de aguas complejos.