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Este mes de mayo se celebra el mes de la masturbación. Cualquier asunto tiene su Día Mundial de lo que sea, pero el entusiasmo por la masturbación parece que ha acaparado nada menos que todo un mes.

Pertenezco a una generación en la que, de niños y jóvenes, nos advertían que el aceite de oliva era una grasa peligrosa, y que, si abusabas de la masturbación, te podías quedar ciego. Luego, resulta que el aceite de oliva es una grasa estupenda, y que ahora la medicina dice que no sólo no vas a tener que pedir trabajo en la ONCE para vender el cupón, sino que resulta saludable, despeja la mente, tranquiliza el ánimo, y no sé cuantas cosas más.

Como decía Woody Alen, al fin y al cabo masturbarse no es otra cosa que hacer el amor con la persona que más quieres. A mí lo único que me mosquea es que se habla mucho más de la masturbación masculina que de la femenina.

Y -¡ojo!- nuestros abuelos los monos siempre se han masturbado, pero sólo los machos. No sé. En todas las especies, la hembra es mucho más lista que el macho. Y que, a este asunto de la masturbación, se le dedique todo un mes me parece sospechoso. Igual es una maniobra de las chicas para que las dejen tranquilas un mes completo y, encima, de treinta y un días.