La hematofobia es una ansiedad o miedo intenso a la sangre.

Aunque muchas personas pueden sentir cierta aversión o una ligera ansiedad al ver sangre, especialmente cuando otra persona está sangrando, las personas con hematofobia pueden experimentar sudores fríos, mareos e incluso desmayarse al ver sangre.

Como ocurre con otras muchas fobias, su origen puede estar en una experiencia traumática en el pasado, o también en la asociación del sangrado con sensaciones desagradables, como el dolor.
La exposición a situaciones en las que se produce un sangrado, aunque puede ser poco frecuente, es hasta cierto punto inevitable, pues puede ocurrir en multitud de contextos, como un niño que se hace una herida al caerse o una persona que sangra por la nariz.

Por ello, establecer un tratamiento en los casos en que la ansiedad es intensa y reduce la calidad de vida de la persona con esta fobia es importante. El tratamiento suele consistir en psicoterapia cognitivo-conductual, que ayuda a manejar las situaciones que provocan ansiedad.