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Sería deseable que, en cada centro escolar, hubiera un enfermero. Pero no hay personal sanitario suficiente.

Así que, en Asturias, pretenden que los profesores hagan un cursillo y sustituyan al enfermero. Si seguimos así, podríamos llegar a que los enfermeros hagan un cursillo, y den clases de matemáticas, de Literatura, o de Historia.

Naturalmente, los profesores rechazan, entre clase y clase, poner inyecciones de insulina, o vendar una rodilla desencajada -con el riesgo de dejar cojo al niño- o extraer un diente que sangra.

A mí me parece que la sustitución ideal sería que la consejería de Educación de Asturias se llenara de enfermeros, una garantía para impregnarla de sentido común, y evitar que cualquier profesor deje tuerto a un niño, al intentar curarle un orzuelo.