El cilantro es una hierba aromática muy utilizada en cocina. Aunque para muchos aporta un sabor agradable, otras personas describen su sabor como parecido al jabón o incluso a podrido.

Pero no es una exageración ni una manía: es genética.

Todo se debe a una variante del gen OR6A2, que codifica un receptor olfativo muy sensible a ciertos aldehídos. Estos compuestos están presentes en el cilantro... y también en jabones y detergentes.
Se estima que esta variante genética afecta a entre un 3 % y un 15 % de la población mundial, siendo más frecuente en las zonas de la cuenca mediterránea.

Aunque el cilantro puede resultar intolerable para estas personas, no hay ningún riesgo para la salud. Se trata simplemente de un ejemplo de cómo nuestra genética puede influir incluso en nuestros gustos culinarios.