Hay ocasiones en que la ciencia se equivoca, pero no por unanimidad, y nunca por mucho tiempo. Aún
Hay ocasiones en que la ciencia se equivoca, pero no por unanimidad, y nunca por mucho tiempo. Aún así siempre existen individuos que, con una formación científica semejante a la que yo poseo para bailar sevillanas, aseguran con énfasis que las vacunas son peligrosas. Los peligrosos son ellos, investigadores bajo palabra de su escaso honor, que causan un daño terrible e inducen a que enfermen y mueran muchas personas.
Conviven con curanderos milagrosos, que aseguran que el cáncer se puede curar con la toma de infusiones de hierbas, o que la vista se recupera con la acupuntura. Bueno, estos últimos peligrosos no son tontos al completo, porque sacan dinero a los ingenuos creyentes, pero los predicadores de las antivacunas son apóstoles que hacen daño completamente gratis para ellos.
Usted es libre. Haga lo que quiera. Pero las vacunas no son peligrosas y libran, y librarán de la enfermedad, a centenares de millones de personas. Si cree que casi 13 millones de médicos están equivocados, y su vecino antivacunas tiene razón, pues no se vacune. Vivimos en una sociedad libre.